CARTA DE NUESTRO HERMANO MAYOR A LOS COFRADES
Feliz Miércoles Santo a todos.
Hoy quiero dirigirme a todos los cofrades de la Piedad, pero quiero que mis primeras letras sean de recuerdo a todos los fallecidos de esta pandemia y para sus familias pues, además de pasar por ese trance tan doloroso, tienen que tragar con el no poder despedirse de sus seres queridos y darles el último adiós.
También quiero recordar a todos los que están luchando por vencerla desde las UCI de los hospitales, en planta o desde sus casas. Para todos ellos deseo, y deseamos, una pronta recuperación.
Dicho esto, hoy es Miércoles Santo, un día de nervios, de idas y venidas, día de los últimos preparativos, día de lágrimas, recuerdos, peticiones y oraciones; en fin, de un cúmulo de cosas que solo los que las vivís sabéis de que hablo.
Esta Semana Santa yo cumplo 45 años saliendo en procesión, año tras año, de los cuales 32 los hice con la banda de tambores y cornetas –mi banda, mis amigos, mi familia–, este año debía salir en presidencia, pero por cosas del destino, eso tendrá que esperar.
Han sido años de devoción, pasión, recogimiento, sentimiento y, sobre todo, de mucho agradecimiento por permitirme, Madre de la Piedad, acompañarte año tras año como si fuera, siempre que llegan estas fechas, el primero en salir acompañándote. Pues siempre, siempre, he salido con la misma entrega, con el mismo fervor a tu lado.
Cada vez que esos portones de San Martín se abren y empiezas a salir poco a poco a los sones de la Marcha Real los ojos se me humedecen de alegría, de nostalgia y de recuerdos, sobre todo de recuerdos de mi Madre, la que tantos y tantos años me acompaño, la que tanto me seguía por los recorridos, la que tantos años yo sabía dónde iba a estar apostada, esperando ver a la cofradía de los presos (como la llamaba ella), y decía: “Ahí viene ya Angelito”. Lo que luego han seguido haciendo mis hermanos y hermana.
Son tantos, y tan buenos, los recuerdos que no tendría tiempo de enumerarlos todos, tantos buenos amigos que hice, y que mantengo, tantos los hermanos cofrades de los cuales he disfrutado y de los que he aprendido que, por ello, hoy, desde mi nueva responsabilidad como Hermano Mayor, os invito y os ruego a que hoy más que nunca acompañemos a nuestra madre.
Que hoy, a las doce de la noche, estemos con nuestra Virgen de la Piedad, cada uno desde nuestras casas, orando junto a Ella por los que ya no están, por los enfermos, por los pobres, por los que nos necesitan, por todos y cada uno de nosotros para vivir con Ella y junto a Ella, que supo darlo todo a cambio de una vida de sacrificio y entrega al Señor.
Hoy más que nunca ayudemos a los más necesitados, a los más desfavorecidos, a los sin techo. Hoy demostremos que somos hijos de Dios, hijos de nuestra Madre la Virgen de la Piedad y demostremos que somos verdaderos cofrades.
Quiero terminar recordando a todos los que nos han precedido en la cofradía, a todos los que han trabajado por ella, a todos los que con su esfuerzo, trabajo y devoción nos han dejado este legado que tenemos que cuidar, agrandar y, sobre todo, hacerlo prosperar para futuras generaciones.
Quiero acordarme de nuestro Consiliario, al cual le mando un fuerte abrazo y una pronta recuperación, también al Párroco de San Martín, Manolo, gran persona y amigo, por estar siempre que lo necesito y para lo que la cofradía le pide –Gracias–.
Para terminar mis letras, quiero recordar a Javier Cartón, una gran persona, un gran Hermano Mayor y un gran devoto y cofrade, así como a Goyo, Celes y a todos y cada uno de los que no están presentes pero que siempre estarán en nuestros corazones.
Vivamos esta Semana Santa tan especial, más intensa si cabe que en años anteriores. Vivámosla con más pasión más entrega y demos gracias a Dios por estar un año más junto a Ella y para Ella. Seamos verdaderos cofrades, la Virgen de la Piedad os lo agradecerá. Vivamos una semana distinta, pero intensa, desde casa.
Vuestro Hermano Mayor.
Y, sobre todo, amigos, cuidaos y cuidad de los vuestros.